Si me pidieran que describiera mi experiencia en Costa Rica en unas pocas líneas, ciertamente me encontraría en una gran dificultad.
Esto se debe a que además de ser una Field School también ha sido un viaje para descubrir lo que nos rodea, una oportunidad para hacer amistad con compañeros de viaje y sobre todo fue, para mí, un importante viaje introspectivo y una gran fuente de inspiración. .
Lo que hemos vivido, lo que hemos visto y oído no es fácil de explicar a quienes nunca han tenido una experiencia similar.
De hecho, nos encontramos inmersos en una naturaleza exuberante, viva y sobre todo abandonada a sí misma, sin mayores intervenciones antrópicas. Pasar todos esos días en esos lugares mágicos, nunca en silencio, me hace sentir afortunado y libera dentro de mí el gran deseo y determinación de proteger lo que queda y restaurar lo que se ha perdido.
Allí, en las reservas, la noche está viva como nunca la había experimentado. El silencio no existe. Cuando el sol sale del horizonte, emergen una miríada de formas de vida diferentes, esperando pacientemente su momento, la oscuridad. Vagar por la noche con antorchas en busca de los seres más extraños fue una emoción que nunca olvidaré.
Nunca me había pasado sentirme tan vivo y en contacto con lo que nos rodea, parte de ese todo del que nos hemos ido separando poco a poco a lo largo de los años.
Nada debe darse por sentado, cada paso es crucial.
Ahí afuera, de noche, eres presa y depredador y tienes la perenne sensación de que cualquier cosa podría pasar. Cualquier cosa puede aparecer o no aparecer nunca y en ese caso solo tienes que seguir buscándola.
Después de todos los kilómetros recorridos, después de todo el polvo que se inhaló durante los viajes, después de haber sudado mucho tiempo, el mensaje que llevo a casa, con fuerza en mi corazón, es un mensaje de esperanza. Conocer a tantos profesionales, escucharlos hablar y verlos moverse en el campo fue como ver la llama anaranjada de una vela cansada que a pesar de la intensa brisa sigue ardiendo sin inmutarse.
No les importa que muchas cosas vayan mal.
Siguen luchando, sudando y viviendo para que la Naturaleza se conserve.
Me di cuenta de que sentir lástima por uno mismo es de hecho una pérdida de tiempo.
Esta experiencia también nos ha permitido sacar la cabeza fuera del caparazón y ver a nivel práctico cuáles pueden ser las ventajas y desventajas de la vida en el campo, así como las principales dificultades que muchas veces, sentado frente a un banco, no se puede. agarrar completamente. También nos permitió comprender los potenciales campos de especialización en los que puede terminar un naturalista, los diferentes temas que se pueden tratar.
Caminar con 25 kg en los hombros con todo el equipo, con poca agua y unos bocadillos para alcanzar los distintos objetivos es, por ejemplo, algo que podemos decir que hemos experimentado en nuestra piel en ocasiones. O aún más trivialmente experimentamos el calor, las hordas de mosquitos, la humedad y los insectos que evitar.
Pero son todos recuerdos que llevaremos con nosotros, todas sensaciones que ya extraño ahora. El balance final de la experiencia es obviamente positivo, pero darle un valor numérico sería más que quedarse corto.
No puedo cuantificar cuán útil ha sido esta experiencia para mí porque si puedo cultivar las ideas y emociones que me dio por dentro, sus beneficios podrían durar muchos años.
Depende de mí volver a mi escritorio, volver a mis exámenes, volver a las bibliotecas y alimentarme con conocimientos, ciencia y conocimientos. Para luego, un día, quizás, volver a esa tierra lejana y participar, como protagonista, en la defensa del planeta.
ABRE TUS OJOS
Hay primeras veces que nunca olvidan
Hay primeras veces que impregnan la memoria
y dejar recuerdos y sensaciones imborrables.
Y este es uno de ellos.
Nos han arrojado por todo el mundo
transportado por el vehículo que mejor encarna al hombre
y su capacidad para ir a cualquier parte.
Para luego encontrarnos, tras una empinada escalera, en la reserva.
La reserva impresiona con su ruidoso silencio,
porque aun cuando la noche es profunda
y todo parece estar en silencio, está lleno de vida.
Cuando se ilumina, la oscuridad revela una vida fértil,
tan lejos de lo que estamos acostumbrados,
que se vuelve difícil incluso de concebir.
Hay experiencias que abren los ojos, la mente y el alma.
Hay experiencias que te hacen sentir parte de un todo,
que siempre te rodea, pero que muchas veces olvidamos.
Así que ve, investiga, descubre, trabaja y sobre todo abre los ojos.
Liam Vezzani